La concentración es muy importante para cualquier profesional creativo, pero seguramente es en el surf donde tiene más trascendencia. Los surfistas hablan del "flujo", un estado mental de concentración casi absoluta en el que el tiempo se ralentiza, la consciencia sensorial se potencia, y el cuerpo responde instintivamente a decisiones de vida o muerte.
En el agua, cuando está lo más cerca posible de las superestrellas del surf, Aaron reconoce que a veces no comparte el flujo de los protagonistas, pero que sí siente uno parecido que le permite concentrarse en su trabajo detrás de la cámara. Obviamente, nada es más importante que ocuparse de los controles de la cámara y la calidad de la grabación, pero su concentración también va más allá del agua para proteger esas imágenes que tanto le cuesta conseguir. El trabajo de Aaron como cineasta no tendría sentido sin sus grabaciones. Del mismo modo, su carrera no existiría sin el contenido que crea. Conservar y gestionar sus grabaciones es fundamental.
Primero, Aaron grababa contenido en película, y después empezó a usar cintas Mini-DV. A medida que las resoluciones, los códecs y la calidad que exigía el mercado iban aumentando, el proceso de almacenamiento de este profesional tuvo que mantenerse a la altura de los cambios. Acabó dando el gran salto hacia un proceso completamente digital. En cierto modo, eso le facilitó las cosas, pero a menudo seguía teniendo que ocuparse de todo. Grababa, dirigía, editaba y lo que hiciera falta. Por este motivo, necesitaba agilizar, optimizar y simplificar en la medida de lo posible todas las partes de su proceso de trabajo.
Uno de los aspectos más engorrosos de su proceso de trabajo era la migración de datos del soporte físico de la cámara al entorno de edición. Tras varios años de experimentación, Aaron ha estandarizado su trabajo con las soluciones de almacenamiento de SanDisk Professional. Nada más llegar a su habitación de hotel, Aaron inserta las tarjetas flash en el lector de tarjetas de su portátil. El portátil copia el contenido de las tarjetas en discos SSD G‑DRIVE® de 1 o 2 TB mediante USB 3.1. Por seguridad, hace otra copia idéntica en otras unidades G‑DRIVE PRO SSD.
"Me gustan los SSD G‑DRIVE porque son pequeños", comenta Aaron. "Puedo llevar varios en el equipaje de mano, un detalle que llega a ser muy importante si viajas entre seis y ocho meses al año. Llevar el mínimo equipaje posible es vital para que todo salga bien".
Viajar con poco equipaje no tiene que significar una limitación, al menos en cuanto a capacidad. Aaron suele llevar al menos un G-DRIVE SSD de 10 TB para realizar un trabajo, y normalmente no le sobra mucho espacio. Sus cámaras habituales son una V-Raptor® 8K y una Sony Alpha A1. Intenta no abusar de la cámara lenta en sus películas, pero opina que grabar a 72 FPS da mucha libertad creativa porque se adapta muy bien a las velocidades de reproducción normales. Obviamente, el inconveniente es que se generan muchísimos datos.
"Básicamente, después de grabar no tengo archivos de menos de 1 GB", explica. "Eso son solo unos segundos. Cuesta de creer, pero cada fotograma es una foto, lo que significa que, si la imagen es nítida y está bien enfocada, puedo venderla o usarla como material de la producción destinado a los medios de comunicación".
A diferencia de muchos embajadores, los clientes de Aaron no suelen pedirle el contenido con una urgencia excesiva. Al contrario, le da tiempo a acumular terabytes de contenido nuevo. Eso sí, cuando vuelve a casa, Aaron saca provecho de la última gran ventaja de los dispositivos G‑RAID Shuttle, que es la velocidad de la conexión Thunderbolt™. Por mucho que no haya compañeros que anden detrás de él pidiéndole que entregue lo que graba cada día, Aaron no deja de tener un negocio, así que el tiempo que pasa esperando es productividad que pierde. Gracias a su dispositivo G‑RAID Shuttle con Thunderbolt, Aaron es capaz de procesar en cuestión de horas un contenido que podría llevarle días con una conexión más lenta. Luego, empieza el proceso de edición.